Aquí estoy, 4 años después de mi última entrada. ¡Nada menos!
Muchas cosas han pasado desde entonces.
Este blog nació con mis inicios como orientador profesional en ejercicio, y se desarrolló en plena crisis. Esa crisis en la que todavía estamos y de la que no hay salida a la vista.
Mi objetivo al echar a andar este blog, no ha sido otro que el hacer públicos todos los aportes útiles y reflexiones que se me iban ocurriendo para ayudar tanto a orientadores como yo, como a los propios desempleados que anduviesen "empapándose" de toda esta literatura pro-empleabilidad que hay en la red.
Y es lo que he hecho. Con mis aciertos y errores.
Hoy, tras años de abandono del blog, me siento especialmente orgulloso de haber escrito algunas entradas que, todavía hoy, siguen despertando interés y comentarios, algunos de hace tan sólo un mes. (Siento no haberlos moderado hasta hoy).
Pero el blog ha sido abandonado desde hace cuatro años, y en parte es porque he venido sufriendo una catarsis paulatina, originada por mi propia experiencia como orientador a lo largo de estos años, en los diferentes escenarios en los que he tenido la oportunidad de trabajar como tal.
He podido ver de primera mano cómo la crisis estaba mostrando cada vez su peor cara: Más y más desempleados "nuevos", de sectores antes sin problema de empleabilidad, bajón generalizado en el número y en la calidad de las ofertas (incluso en las ETT y portales de empleo), jóvenes que, si bien antes lo tenían mal (nunca he visto el paro juvenil por debajo del 40%), ahora lo tenían peor para iniciar su carrera, condiciones que empeoran para hacer estudios superiores, recortes en todo lo público (en especial educación y sanidad), una gran mayoría de la gente desempleada sin ingresos (que tiene que vivir de la pensión de sus abuelos o "del aire"), y, por desgracia, un largo etcétera de problemas, sin soluciones claras que yo pudiera apuntar.
Consejos vendo...
Comprobé, poco a poco, cómo todos los consejos y guías se vuelven cada vez más inútiles cuando el principal problema es la desorientación total ante una situación de crisis, en la que no fui capaz de contestar las preguntas básicas que yo mismo me hacía, para poder hacer bien mi trabajo: ¿Qué sectores y qué empleos podrían ser los óptimos a ser buscados por los desempleados? ¿Qué requisitos hacen falta para estos puestos? ¿Qué oportunidades de autoempleo de pueden potenciar? ¿Hay realmente recursos gratuitos de asesoramiento en autoempleo, que vayan más allá de los meros trámites iniciales? ¿Qué cursos se deberían ofrecer a las personas que están dispuestas a aprender lo que sea para trabajar?
También ví cómo, poco a poco, muchas voces del sector iban hablando de otras cosas, que poco tienen que ver con vislumbrar soluciones a la problemática central que nos ocupa: El desempleo estructural en aumento.
Desorientación.
Desorientación al ver que proliferan cursos de todo tipo, incluso gratuitos, entre los que se encuentran algunos para profesiones que, precisamente, están en crisis. O muchos otros para profesiones "nuevas y maravillosas", pero sobre las que no hay ninguna información fiable (como los Community Managers, por ejemplo). O muchos "masters" supuestamente imprescindibles a los que se abalanzan muchos de mis compañeros....
¿Es la formación una respuesta a algo o simplemente otra burbuja especulativa? Sinceramente, y lo digo como profesional de la pedagogía que soy, más bien lo segundo. Con independencia de que esos cursos se hagan bien a nivel didáctico, ¿responden a una verdadera necesidad? ¿Alguien controla qué pasa después de todas las promesas de "bolsa de empleo" y "prácticas profesionales" de gran cantidad de cursos de hoy en día?
Desorientación al dudar de la propia mecánica de la búsqueda de empleo. De lo que "es bueno" y "es malo" en una entrevista. De qué es lo que buscan determinados empleadores.
Con todo esto, por supuesto tampoco quise verme como un altavoz de toda la literatura relacionada el crecimiento laboral, sobre todo en sus tópicos que tanto se oyen, escriben y leen en este sector: "Si quieres puedes", "Si no encuentras trabajo es porque no haces lo suficiente", "Hay que flexibilizarse", "Hay que formarse para estar al día en el mercado laboral", "No se puede hablar de que hay crisis", "Los subsidios y prestaciones sólo sirven para que los parados estén inactivos", y un largo etcétera de cosas por el estilo.
Del optimismo motivador, a la serenidad realista.
Por eso cambié mi actitud mega-positiva y radiante de optimismo por una más serena, reflexiva y, sobre todo, dispuesta a escuchar a las personas que realmente querían ser ayudadas. Intentando personalizar al máximo la búsqueda de información y posibilidades en la que yo podría contribuir. Y, sobre todo, con la sinceridad de alguien que, de entrada, no está partiendo de la base de que tu situación de desempleo es, sobre todo, culpa tuya.
...Y por todo esto, a cada paso he ido reinventando mi papel de orientador, a través de esta catarsis contínua que es mirar de frente a la realidad del mercado laboral, desde los máximos puntos de vista posibles, y ver cómo muchas cosas que yo mismo replicaba (aquellas que había aprendido en manuales) o que incluso decía por experiencia, van perdiendo su sentido, y hacen falta nuevas maneras de entender la realidad para poder enfocarse adecuadamente sin caer, una y otra vez, en una frustración constante.
O lo que es peor, culpar al propio desempleado de esa frustración. Algo que estoy muy harto de leer en todas partes, de manera más directa o indirecta.